lunes, 20 de julio de 2009

Sobre el libro La Eurocopa de España



Hoy acaba de salir el libro que he escrito con Jose Martín y sobre el triunfo de España en la pasada Eurocopa (Ignacio García de Leániz y Jose Martín, La Eurocopa de España:el triunfo del managemente eficaz, Editorial Díaz de Santos, Madrid, 2009, 91 páginas), aunque su distribución a otras librerías distintas de la de Díaz de Santos será ya en septiembre. Hemos querido reflejar en seis capítulos las claves de gestión que hicieron posible ese triunfo tan resonante por un lado y tan poco casual por el otro. En la Introducción del libro van estas palabras:
"Tras jugar de portero en Argelia natal, Albert Camus reconocería años más tarde de vivencias intensas que lo que más sabía sobre la vida y las obligaciones de los hombres –y sabía mucho- se lo debía precisamente a ese fútbol que había practicado profusamente en su juventud. Por nuestra parte, creemos también al hilo del gran pensador francés que el fútbol puede ser en su práctica y reflexión escuela de aprendizaje y analogía para ese otro partido nada fácil que se juega en nuestra vida profesional con nuestros equipos de trabajo. De ahí la idea de este libro.

De hecho, si analizamos despacio el resonante triunfo de España en la Eurocopa 2008, veremos que encierra en su interior para quien quiera verlo lecciones muy ricas y aplicables para ese aspecto específico del management que es la gestión de personas con sus expectativas, resistencias, éxitos, fracasos, competencias y talento, por citar tan sólo algunos aspectos de los que hablaremos en estas páginas.

Y es que, como sucede en nuestra vida profesional y en nuestras organizaciones, este triunfo dirigido por la mano sabia y previamente denostada de Luis Aragonés no se debió en absoluto al azar, incapaz de explicar los impresionantes registros alcanzados por nuestra Selección: seis partidos consecutivos ganados, doce goles a favor por sólo tres en contra, máximo realizador del torneo (Villa), mejor jugador del mismo, (Xavi), y, como colofón, selección número 1 en el ranking mundial de la FIFA. Hubo, en cambio, una cuidadosa planificación, diseño e implantación de un plan de acción que a partir de una situación inicial dada muy insatisfactoria logró esa transformación que iba dejando sorprendido al atónito espectador nacional.

Claro que al fondo, discretamente y sin protagonismos estelares, se erguía una figura clave: Luis con su equipo técnico. Alejado de carismas innecesarios pero dando un ejemplo de liderazgo eficaz, pocas veces se habrá dado una compenetración tan fructífera entre entrenador y jugadores como la acaecida con Luis, lo que explica otra clave del éxito: el tránsito de un mero grupo a un verdadero equipo de alto rendimiento, siempre tan difícil de conseguir en nuestras organizaciones y unidades de trabajo.

En este sentido, ha sido tan rica la experiencia de la Selección que cuanto más nos adentrábamos en el análisis del éxito, más y más temas iban saliendo aplicables para la gestión de nuestros colaboradores: como si la nuestro combinado nacional fuera un genuino caso práctico de la Harvard Business School y nosotros meros redactores del mismo. Hasta tal punto que hemos tenido que restringir los temas que abordamos para hacer el libro viable.

Esperemos, sin embargo, que el esfuerzo de síntesis sea útil al lector y que pueda sacar conclusiones operativas para su tarea diaria de gestionar personas, especialmente en estos momentos tan graves por los que atraviesa nuestra realidad empresarial, necesitada más que nunca –como Luis al coger un equipo roto y desanimado- de una calidad de gestión y humana imprescindibles. A tal fin ofrecemos al final de cada capítulo una guía resumen de los aspectos clave del mismo.


Y si todo ello sirve al lector como el fútbol sirvió a Camus desde su portería para afrontar con más garantías de éxito su dirección de equipos de trabajo, quedaremos bien satisfechos convencidos como estamos de que la gestión de personas es también, “un pensamiento que se juega, y más con la cabeza que con los pies” como decía esta vez Kundera a propósito del fútbol. A por ello, pues."


Como por ahora se encuentra sólo en la librería "Díaz de Santos", va aquí su email y página web para quien desee adquirirlo:






jueves, 16 de julio de 2009

Sobre Coco Chanel, la película.


Publicado en Expansión el 15-06-2009 por Ignacio García de Leániz Caprile.
Si por algo destaca el cine francés –a diferencia del español– es por divulgar sus glorias nacionales y exhibir sus biografías para el conocimiento del gran público. Por eso, tarde o temprano tenía que llevarse a la pantalla la vida –compleja, atormentada y enigmática– de una mujer de la talla de Coco Chanel, de quien no se sabe si admirar más la revolución que supuso en la moda o el emporio creado por ella, con su legendario perfume Chanel nº 5 a la cabeza.
Aunque la película se ciñe a sus treinta primeros años, desde que es abandonada por su padre en un orfanato hasta que inaugura en la Rue Cambon de París su primera Casa Chanel, nos ofrece, sin embargo, suficientes claves psicológicas y biográficas para fijar las dos grandes aportaciones de Chanel a la historia del management del siglo XX: su capacidad genial para detectar las necesidades implícitas en la moda femenina y su liderazgo emprendedor en un mundo donde los proyectos empresariales parecían reservados al varón.

El descubrimiento de la simplicidad

Si la falta de afecto en su niñez y juventud justifican su carácter hosco y taciturno, también nos permite comprender cómo Chanel derivó su introversión hacia una prodigiosa capacidad de percibir las necesidades más o menos inconscientes de su entorno, haciendo de ella una visionaria. Por eso, cuando convertida en amante del millonario Etienne Balsan, entra en contacto con la moda parisina de principios de siglo, su capacidad de observación le hará madurar una gran intuición creadora: hay que rescatar a la mujer de carne y hueso, sepultada tras la máscara de aquellos vestidos y adornos tan recargados. Coco percibe como nadie que el signo de los tiempos va a favor de la sencillez y en contra de la artificialidad.

No es casual, pues, que en una secuencia significativa veamos como diseña su primer vestido para una fiesta de disfraces: un traje de huérfana, nada más y nada menos. He ahí su gran descubrimiento: el vestido al servicio de la mujer y no al revés. O dicho con otras palabras más actuales, menos es más. Un siglo de recargos barrocos, trajes ceñidos con corsé y faldas infinitas va a morir a manos de esta mujer abanderada de la simplicidad, detectando antes que nadie las demandas secretas de sus clientes potenciales. Por eso dirá años más tarde que "todo lo que es moda pasa de moda, salvo el estilo". Su compatriota Stendhal había dicho 70 años antes que "el estilo es el hombre". Chanel simplemente añadiría: "Y la mujer". He ahí su innovación, mucho antes de que el márketing hubiera madurado como ciencia.

Pero si Chanel había roto los patrones vigentes en la costura, también romperá los moldes del liderazgo masculino. Si en la moda predica la simplicidad, en el desarrollo profesional reivindicará la igualdad entre hombre y mujer catalizando la revolución silenciosa del siglo XX. En 1909 logra abrir su primera tienda de sombreros en París: Modas Chanel, que precede a la posterior Casa Chanel, ya de alta costura, inaugurada en 1920. A partir de ahí, la gloria abanderando la moda de los años veinte en una sociedad ya menos encorsetada que la que había tenido que padecer. Su éxito le permitirá afirmar: "Yo no hago la moda. Soy la moda".

Y sin embargo, más allá del triunfo inmenso como modista y empresaria, Coco Chanel no ansió, desde su triste infancia, otra cosa que ser amada. Moriría sola, en uno de aquellos domingos que tanto detestaba, un 10 de enero de 1971 en su habitación del Ritz, junto a la Place Vendome.

sábado, 11 de julio de 2009

Necesidad de leer "La muerte de Iván Ilich"


Hay un prodigio de novela corta de Tolstoi (en la imagen) que es La muerte de Ivan Ilich (Alianza Editorial, BA, O893): a uno le parece de esas pocas obras necesarias sin las cuales quedamos como amputados para entender la vida y el mundo, a nosotros mismos en definitiva. Y sin captar todo ello, (vida, mundo y nosotros) mal podremos gestionar a los demás y no digamos ya a las organizaciones.
La narración en cuestión da razón al viejo Sócrates cuando decia por boca de Platón que "una vida sin examen no es digna de ser vivida": he aquí la tesis fundamental del relato En efecto, basada clínicamente en un caso real, Tolstoi nos describe la postración de un magistrado ruso que tras una vida feliz en lo profesional y soportable en lo familiar, se ve aquejado de una atroz enfermedad que le reporta un dolor abdominal lacerante y sin apenas alivio. Y con precisión de cirujano tanto del espíritu como del cuerpo, Tolstoi nos detalla el proceso instrospectivo que Ivan Ilich inicia en su lecho del dolor: justo allí donde le supura el problema de una vida mal planteada y, por tanto, como dice el protagonista, "mal vivida" aunque Ivan Illich hubiera vivido francamente bien.
Y es interesante para nosostros observar como el magistrado obligado a reflexionar por la inminencia de la muerte y el acoso del dolor, descubre en este su ocaso como aquel "vivir mal la vida" ha falsificado no solo su vida afectiva entera sino también -y no en menor medida- su carrera y desempeño profesionales, que es aquí lo que más nos interesa. Con su maestría de seimpre, Tostoli nos describe en apenas cien páginas los mecanismos de su medrar de tribunal en tribunal y de cargo en cargo no en virtud de la excelencia sino de la inteligencia social de nuestro magistrado: y a poco que reparemos en la fina ironía del autor al describir sus avatares profesionales, descubrimos que todos somos de alguna manera Iván Ilich: por eso nos resulta tan extrañamente cercano y su mundo tan parecido a nuestros entornos organizacionales. Y quien quiera ahondar en este plano que se detenga en el implacable retrato que hace de los sucesivos galenos que auscultan a Iván Ilich, no como persona -esto es, como un fin en sí mismo- sino como mero medio -esto es, como un ser facturable.
Pero lo verdaderamente innovador y valioso del relato es que Tolstoi nos advierte al mismo tiempo del coste que un fingimiento tal tiene no sólo para los demás, sino, y sobre todo, para uno mismo. A lo que se ve todo ello muy actual en estas nuestras desenfrenadas carreras profesionales. Claro que como colofón de esperanza el Conde Tolstoi (que nunca abdicó del hombre) nos ofrece en el desenlace de la novelita un modo de reparar esa vida gastada en la mediocridad, el tedio y del fingimiento. Justo a las dos horas previas a la muerte de un Ivàn Illich hundido en el dolor e incapaz de balbucir una palabra. Como si lo esencial fuera la mera orientación de nuestra mirada y no otra cosa, según se percató años más tarde la propia Simone Weil.
En verdad, cuánto cambiaría nuestra gestión de personas, departamentos y organizaciones si se leyera esta obrita tan humana, tan precisa, tan cercana. Tan necesaría, en suma, para todos nosotros que a despecho de Sócrates queremos vivir vidas sin examen ninguno.

jueves, 9 de julio de 2009

El mecánico malagueño o el gran secreto perdido




Esta bella experiencia porfesional descrita por Juan Ramón Jiménez vale más que varios cursos de calidad. Y desde luego, mucho más de lo que uno pueda decir. Si de verdad el management se redujera a lo que el lector va a leer a continuación, muchos males que padecemos en la empresa actual y en este nuestro país desaparecerían como por ensalmo.


"Salíamos de Málaga, difícilmente. El coche se paraba a cada instante jadeando. Venían mecánicos de este taller, del otro. Todos le daban golpes aquí y allá sin pensarlo antes, tirones bruscos, palabras brutas, sudor vano. Y el coche seguía lo mismo. Con grandes dificultades pudimos llegar a un taller que nos dijeron que era muy bueno y estaba a la salida, cuesta de la carretera de Granda, no me acuerdo el nombre. Salió despacio al sol matinal, del ancho fondo negro, un hombre alto, lleno, sonriendo dueño de sí. Vino seguro al coche, levantó con exactitud la cubierta del motor, miró dentro con precisa intelijencia, acarició la máquina como si fuera un ser vivo, le dio un toquecito justo en el secreto encontrado y volvió a cerrar en ritmo y medida completos. - El coche no tiene nada. Pueden ustedes ir con él hasta dónde quieran. - Pero, ¿no tenía nada? ¡Si lo han dejado por imposible tres mecánicos! - Nada. Es que lo han tratado mal. A los coches hay que tratarlos como a los animales (no dijo personas). Los coches quieren también su mimo. Cuando dimos la vuelta y tomamos confiados y tranquilos la bella carretera alta, felices por obra y gracia del buen mecánico, entre la fuerte naturaleza rica de junio, yo miré atrás. El mecánico malagueño estaba azul en la gran puerta, las manos a la cintura, acompañando al coche con firma complacencia." (Juan Ramón Jiménez, El trabajo gustoso, Aguilar, México, 1961).

La mentira y sus estragos en la empresa


Publicado en La Gaceta de los Negocios, 25/04/09 por Ignacio García de Leániz


SI cada época histórica se define por su relación con la verdad, no puede decirse que la nuestra sea especialmente afortunada. De ahí que el descubrimiento escandaloso que suscita esta crisis económica sea el del papel central que la mentira juega en su origen y desarrollo. No es tanto la codicia humana, sino la falsificación de lo real y el desprecio por la verdad lo que está a la base misma de este colapso financiero. Y es que hasta ahora creíamos poder coquetear gratuitamente con el relativismo intelectual tan de moda, siempre y cuando la verdad financiera se preservara inmune y tuviéramos una última instancia de veracidad, se llamase Arthur Andersen o el Banco Central de turno. Entonces, ¿nos extraña esta crisis donde se confunden los dólares o euros pensados con los reales y estos a su vez con los codiciados? ¿No era cuestión de tiempo que llegara el día en que la contabilidad dejara de contar, sustituida por ingenierías financieras bien creativas, donde creatividad equivale a mentir pura y llanamente? Por eso desapareció del mapa un Arthur Andersen en el affaire Enron, como preanunciando lo que iba a venir y ciertamente ha venido. Por eso nadie sabe la dimensión real de este gran agujero negro en el que parece regir aquel viejo axioma lógico de ex falso sequitur quodlibet, “de lo falso se sigue cualquier cosa”. Y “cualquier cosa” puede ser, por ejemplo, os nueve mil millones de euros que supone el rescate de la Caja de Ahorros de Castilla-La Mancha, que anticipa para septiembre la bancarrota de tantas otras cajas nuestras, la pasividad inspectora del Banco de España, la quiebra misma de Lehman Brothers, la situación real de la banca suiza, las andanzas de Madoff, etc... Es pues esa gran mentira institucional subyacente la que otorga el carácter delirante, esta gran depresión en la que nos hallamos, en la que ya nadie se fía de nadie y donde un banquero niega que un ciudadano tenga derecho a saber si su banco va o no a acudir a fondos públicos, no sea que ello cause “daño reputacional”. A esto hemos llegado sin que nadie se atreva a decir esta boca es mía. Claro que si queremos plantar cara a toda esta mentira, habrá que preguntarse también para qué han servido tantas inversiones tan costosas de las empresas —también de la banca— en unos sistemas de información gerencial (EIS) tan sofisticados que han informado de todo menos de lo que tenían que informar. Y también habría que hablar de cómo las políticas retributivas del último decenio, con sus bonus y variables ligados a unos objetivos bien peculiares, han forzado a que los cuadros directivos e intermedios se instalaran en la mentira funcional y vital para hacerse dignos de unas retribuciones impensables en épocas más verdaderas. Y decir de paso que nunca había sido tan grande el gap entre los sueldos directivos y las retribuciones restantes. Y añadir que nunca este dato se ha ocultado tanto, como tantas otras cosas en esta gran impostura. ¿Extraña entonces que se haya producido algo ciertamente inédito en la historia empresarial y financiera como es esta crisis generalizada de confianza en el otro, sea tomador, prestatario, cliente o proveedor? A lo mejor era necesario para comprobar que el precio de la impostura supone la devaluación de la fe en el otro y la bancarrota de todos. Y que de lo falso se sigue cualquier cosa: por ejemplo, pesadillas como esta.